Gran Canaries ye Asturies!!!!!!!!!

El pasado fin de semana marché como ya dije aquí en el blog a Las Palmas de Gran Canarias y no paramos de bromear con una gracieta:

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gran Canaries ye Asturies!!!!!!!!!!!!

¿Y por qué esta gracia?. Muy sencillo. La zona por la que principalmente nos movimos fue por la zona norte y centro de la isla, y no se si es que es así habitualmente o que pero es que no solo estaba verde sino que además se notaba que era primavera. Qué verde está allí todo, qué praderas más preciosas, qué cantidad de flores silvestres, qué olor a campo vivo!!!!. Los almendros estaban todos florecidos y yo tube una vieja sensación conocida, pero que en esta ocasión hasta me gustó, me picaban los ojos por la alergía al polen!!!!!.Claro, Tenerife es una isla diferente, no tanto en el norte de la isla, que ahí si que es verde (también siempre dije que aquello parecía Asturias, por la cantidad de lluvia y lo verde que estaba todo hasta en verano), incluso quedan bosques de laurisilva cosa que en Gran Canaria no hay, más que nada porque fue arrasada muchos años atras por las industrias navieras, cuando los barcos eran de madera. Pero en su conjunto ha sido una experiencia preciosa para la vista. Y para ilustrar lo que digo ahí vá esa foto.















El primer día fuimos a ver una zona de inmersiones en un sitio que se llama Sardina, zona a la que esperamos volver un día de estos a bucear, y de ahí fuimos a Agaete, pueblito marinero precioso. Un pueblo en el que nos tomamos unas "garimbas" con unas sardinitas recien traidas del mar y las consabidas papas con mojo, y quye no se me olviden las puntillitas de calamar que estaban para quitar el hipo. Todo esto en esta terracita con vistas al puerto. En la foto estan mis compis de viaje Mon, Ángel y Javi (de izquierda a derecha).

















Esta era una de las casitas de Agaete, en el paseo marítimo. Salvo por una vaya que se ve en uno de los muros, yo quiero que mi futuro sea en un sitio así (lo mejor es que me imagino tantos futuros igual de buenos y tan diferentes, que seguro acierto en alguno).


















De Agaete ya nos metimos al interior de la isla, vamos, empezamos a subir rumbo a Artenara, el pueblo en el que comeríamos más tarde. De camino en una curva y una vez salimos de la nube (que nos cubrió en forma de niebla durante mucho mucho rato), nos encontramos con esta espectacular vista del Teide.



















Y ya después de comer (espectacular comida que os relato porque merece la pena: de entrante morcillas locales (que son dulces, con pasas y almendras...) y queso, después cada uno pidió un plato (yo una chuleta que estaba...), un par de botellas de vino, dos postres caseros (un puding y papaya con naranja a compartir), cafés y coñac, por 60 euros 4 personas, pues un lujo. En una cueva que daba nombre al restaurante "Las cuevas del molino" altamente recomendable) nos encontramos nada más salir del pueblo (Artenara) con esta bonita vista del Roque Nublo, que es uno de los puntos más altos de la isla (ese pico que se ve al fondo).


















Al día siguiente ibamos a bucear, pero el día amaneció así de feo. Fuimos al centro de buceo por si acaso (por eso el puerto), a ver que nos decían, y decidimos dejar lo del buceo para otro momento, con lo que seguimos con el turismo por la isla. Dos destinos principales, Valsequillo y Teror .

















De camino imágenes así de verdes (y pobladas!!!!).





















De paseo por Valsequillo (pueblo de quesos).


















Y esto ya es Teror. Impresionante pueblo, lleno de vida. Las calles rebosaban gente por todos los sitios. Además era día de mercadillo con lo que eso me gusta. Típicos de aquí son los chorizos (aquí se llaman chorizo de perro, no se porque, pero están buenísimos, y son una especie de sobrasada), de los que dimos cuenta.
















Como también dimos buena cuenta de los quesos de Valsequillo, que madre de diox, lo buenísimos que estaban bien regados con un vino del diez, y en un sitio inmejorable. Una bodega- tiendo de ultramarinos, de las de los pueblo de siempre, de esas que ya casi no se ven y que por favor no desaparezcan nunca, y que presentaba esta imagen.






















Y así te servían el queso.

















Ya a la tarde visitamos Maspalomas y sus dunas, pero no quiero poner fotos, porque la imagen que yo tenía en la imaginación era más bonita que el espantoso desarrolo urbanístico tan abundante por otro lado en el archipiélago.

Un placer en suma de visita (no volveré a tolerar a un tinerfeño que me hable mal de esa isla tan alucinante), y de compañía.